miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mucha sal


Hoy me dolió más, me ardió la garganta, tenía demasiada sal. Me llegó a doler tan adentro, hasta el hígado, allá donde las emociones se alojan cuando no son paridas. Y me provocó nauseas, prácticamente la impotencia somatizada, y se quedó ahí, solo como un malestar más.

Me dolieron los dientes, esa maldita sensibilidad que tengo, que parece darme de a poco pellizcos dentro del esmalte, sugiriéndome que ya no lo gaste, con el rechinamiento en mis noches. Me dolió el cuerpo, quejándose como absurdo cadáver, envuelto en unas sábanas rayadas y de colores, que alguna vez también se perfumaron de otro aroma.

Esta sal, que a veces se endulza y brota desde el pecho, porque aunque tenga lastimado el cuerpo, tengo sensaciones lindas de nostalgias, que se interrumpen con un nudo en la garganta y comienza la lista de síntomas no invitados. Fracasados intentos por ser diferente.

Fue mi culpa, tomé un puñado de aquella solución y la vertí inconsciente en la cucharada de limón, no advertí ninguna situación y me la tomé como jarabe para la tos.  Error, no era la solución, era intensificar el dolor.

Y así me voy enfermando sola y en secreto, durmiéndome  a veces en el intento de sanarme, con frecuentes molestias que me cansan, con profundos dolores que me debilitan, con síntomas que no cambian. Así voy desordenadamente por este tiempo, buscando qué hacer, buscando decirme cuánto me hace falta, cansada, obsesionada, aturdida y solitaria.

Que no está mal encontrarme sola, porque me voy sintiendo, a veces me quiero, otras no tanto y muchas prefiero ni pensarme. Voy por tanto esquivando los días, sí, bien desentendida, diciéndole al mundo, “todo va bien, todo va bien”, con este dolor de garganta, la nariz congestionada y la sangre hirviendo para casi explotar.

De todo esto me han dado ganas de una cerveza bien helada, en compañía tuya. Sí, porque de pronto también podría dejar a un lado todo esto, sentarme a esperar una botella bien fría de cerveza, acompañada de un intenso silencio y una sonrisa esbozada en la intimidad.

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