lunes, 29 de octubre de 2012

De tiempos y espacios


Me lo imaginaba como un rayo traspasado el horizonte, un rayo que no hería, solo asustaba, una luz instantánea, más se quedó cruzando el alba, en distintos tiempos y espacios. Yo me quedo sentada desde esta ventana, en la oscuridad de este lado del tiempo, cociendo con mis dedos instantes y recuerdos, que se van convirtiendo en sombras detrás de mi sombra.

Lejos, el destello de la lucha me abstrae y quiero pararme y correr a romperle las alas, para que no siga luchando y deje de sufrir, entre esa agonía de ser y no ser, de pasar y no pasar. Hablo del rayo frente a mis ojos, ese que se quedó en el alba, obligándome a no hacer nada, o por miedo atándome a la pata de este asiento.

Y no había sentido lágrimas más gruesas como las que ahora lentamente se suicidan en mi cara, recordándome mi vulnerabilidad, mi dolor, mi orgullo, mi peste, mi alimento, mi herida, mi piel, mi trastorno, mi huida, mi grito, mi nudo, mi sueño, mi adiós. Le sigo la pista a la única fuente que me queda para exprimirle mi dolor, y mis ojos nuevamente quedaron ceñidos en tristeza.

Sigo cosiéndome, y sigo enfrente divisando el dolor, te veo ahí luchando entre ese espacio que fue y al que quieres llegar y el tiempo corre por un lado y más lento en el otro va, ya ni sé dónde estoy yo. Ah sí, sentada con los pies atados a la pata de la silla de madera que me detiene y me recuerda con una lágrima mi tristeza. Qué frase más larga y sincera.

Entre tanto los días pasan y me voy haciendo cada vez más vieja, recortando tiritas de lo que aún queda, mientras mis ojos se han quedados dormidos, olvidándome  la razón de su belleza, ya no hay rayos, ya no hay tiempo, ya no hay espacio, estoy sola en esta cumbre, con la pata de la silla quebrándose el hueso, con los hilos negros de tanto desacierto, con la cara manchada de tantas lágrimas, con la boca cocida porque no tuve más carne que coser y con la espalda destrozada por sacarme tanto recuerdo del ayer.

Aquí en este instante ya ni el tiempo ni el espacio existen, ya me perdí la escena, me quedé dormida  o simplemente me dormí. No sé en qué acabo aquella angustia, ni si quiera sé que tristeza cargué, pero tengo la certeza de que algo me sufrí, por seguir igual que como empecé, mirando desde una ventana el horizonte y queriendo saber en qué momento se terminó.

sábado, 13 de octubre de 2012

Decirte...


Digamos que no necesito prosas para decirlo. No puedo detenerme a pensar en un escrito tal cual, solo puedo esgrimir con lo único que puedo este sentimiento de nostalgia y dolor que se alojó una noche de jueves en mi garganta, pecho y todo lo demás.

Cada explicación me confunde más, me irrita, me desespera, voy trotando por los días con el ceño más que fruncido y la voz partida, me escondo entre sombras desconocidas que voy atrapando en la calle, en mi cuarto, en mis sueños. No dejo este espacio que me es incomodo, pero el único que tengo.

Te veo lejos y no te niego, cruzarme ante tu mirada desearía sin ningún sentimiento, pero es todo lo que hay para ti, todo tipo de sentires, tus aromas, tus palabras, tus muecas, tus caderas, todo eso está impregnado dentro de mí, como una magia que sube y me altera el corazón.

Hoy más que nunca tengo miedo, de sentirte, de respirarte, de enlazarme clandestinamente con tu recuerdo, le temo a esas cosas bellas que me diste, a retroceder y buscarte, llamar a tu puerta por sorpresa y reconocer ese gesto de incomodidad por mi presencia, pero a la vez de fortuna por lo que me vas a ocupar.

Y a veces no pienso tan mal de los últimos días, me sonroja la interpretación que compusimos, mas el triste final siempre rodea, las sonrisas y lagrimas que aún brotan por ti. Porque aunque vaya por ahí perdiéndome y escondiéndote, mi boca solo habla de ti, con fragancia y amor del que todavía eres parte.

Es que en realidad sí tengo versos para ti, que en noches como esta se atreven a salir, buscando la única manera de arrancar de a poco lo que no te puedo decir, pero desearía besarte y tocarte mientras te digo lo que siento y no debo ya. Decirte que te extraño.