domingo, 18 de octubre de 2009

Monaguillo del cielo

Tengo un agujero en el cielo
Por donde todas las noches entro
A una galaxia plagada de secretos
Que jamás nadie pensó en ellos.

Y voy leyendo cada uno de esos
A la luz de las estrellas iluminadas
Que al mismo tiempo son testigos
De las letanías sagradas.

Porque entre tanto secreto
Se encuentra múltiples plegarias
De todos aquellos que por las noches
Oran en silencio en sus moradas.

Tengo yo la llave de todos estos
Para dejarlos rondar en el universo
Mas los guardo con recelo
Para que un día Dios venga a leerlos

Y si no te has dado cuenta
Soy yo quien cuenta tus anhelos
Porque es en este agujero
Donde se encuentran todos los sentimientos.

Pero el gallo canta en la tierra
Y el amanecer me espera
Salto gigante de mi estrella
Para regresar donde alguien me espera.

Mientras tanto el sol
Resplandece por mi ventana
y un zapato viejo es el primero
En iluminarse por su llegada.

Entonces esperaré de nueva vez
Que la Luna se asome a mi almohada
Para volver al agujero
A contar las nuevas plegarias.

sábado, 3 de octubre de 2009

Protesto

Protesto señor tiempo, por esta calamidad con la que te vienes haciendo viento, por esos sue;os que te has quebrado en secreto de cuantos muy poco te invocaron. Protesto por la sabiduría mal sana de aquellos inconscientes, que vienen cada mañana en un paquete, reclamando lo que no pueden tener a las almas que si lo tienen.

Protesto por la (in) seguridad que me venden, en las esquinas, en los patios, en los techos de mi barrio, donde tan galantemente se pasean por las noches las sirenas anunciando que el temor no debe andar rondando. Protesto por el ojo que me observa, deleitándose con mi sufrimiento, con mi constante llanto interno.

Protesto por todas esas excusas que me invento, para no tener que darme cuenta del pleito entre mi alma y mi razón asustada. Protesto por permanecer en esta cárcel sin ser culpable de ningún delito, sin poder respirar tranquilas mientras me dormito en mi cama que tampoco me sirve de consuelo.

Protesto por las lagrimas de mi madre, que bajan sin cesar en su intento por retener cualquier pensamiento que la haga querer correr al mas allá, protesto por ese simple hecho de inyectarme de la nada un terrible sentimiento y hacerme un fenómeno con ojos por doquier, buscando lo que no quiero encontrar.

Protesto por tener que fingir sosiego, en una tierra donde el fuego me quema por dentro, como castigo eterno del que no tengo nada que ver. Protesto a la gente que me mira feo, que quieren arrebatarme del pecho las perlas que la vida me regalo, protesto señor juez por no tener la ley en sus manos y defenderme sin razones.

Protesto por el calor que me baja cuando pienso, en las llamadas constantes a mi tranquilidad, dejando entre sus voces un susurro de amenaza, condenándome al temor de por vida. Protesto por el sueño que me desvela desde hace ratos, que me hace inmune a las pesadillas, de demonios felices por mi estado.

Protesto por el surgir de aquellas masas que no buscan más que el mal a sus anchas, queriendo hacer presa de victimas aterradas, que por valor a su vida entregan cuanto poseen, cuanto les ha costado. Protesto por tener que escribir esta noche, para no abatirme más entre tanta zozobra, intentado que la Luna me cubra en silencio y me acojan los brazos de la divinidad.

viernes, 2 de octubre de 2009

Versos para liberar el miedo

Mi cabeza es una cueva, con sombras ajenas que se pasean, como aires descuidados que penetran por cada grieta de cuanto pensamiento se deleita en abatirme.

Son horas interminables por la noche, donde el silencio se apodera de mi temor, donde los santos son invisibles a mis suplicas y donde el corazón se vuelve un tambor palpitando.

Quiero irme de este lugar, desaparecer mi nombre y apellido, quiero ser solo un pensamiento banal, sin identidad ni prestigio como una desaparecida más. Estoy harta de este polvo en mis ojos que me hace llorar, de estas penas de las que me voy haciendo dueña sin necesidad.

Pobre de mi espíritu, pobre de mis sueños, pobre de mis anhelos que pueden quedarse suspendidos en un momento, entre el hilo de la verdad y el de la muerte misma. Tengo miedo, sí que lo tengo, por mis venas recorre un líquido negro que me turba el pensamiento, la libertad y los deseos.

Me voy haciendo ideas trazadas y entre todas esas voy viéndome nefasta, temerosa, con los ojos aguados de tanta angustias, con un tipo de rabia que me invita a ser asesina de asesinos, con un tremendo pesar por todos aquellos que yacen por culpa del valor.

Pero qué hacer ante tanta situación, siendo yo un punto blanco más en la nieve, queriendo ser arma mortal y nada mas siendo una ave aprendiendo a volar, por ese cielo donde muy escondido un arcoíris se podría revelar, en estos días en el que el invierno ha durado tanto.

Pero no soy la única que le tiembla la mano al vivir, no soy la única que tiene ojos en la espalda. La veo a ella, lo veo a él, lo siento en cada tímida mirada por las calles, donde tantos comparten mi padecer, donde nos une un mismo lazo negro, un lazo de luto interno, por temer lo inevitable, por esperar un susto en la tarde.

Ya no quiero este sentimiento abrupto en mi pecho, simplemente quiero sentirme como en otros tiempos, en los que le sonreía al mar sin miedo, en el que mi voz podía gritar hasta muy lejos, en donde mi única preocupación era el tiempo.

Y en este momento me estalla el cuerpo, tengo una migraña que me desespera sin consuelo, no encuentro la razón para no sospechar de lo incierto, teniendo en mi boca casi el nudo de lágrimas de mis nervios.

Quiero encontrar respuesta en medio del sufrimiento y oro hincada bajo mi lecho, suspendo armonías dolorosas al cielo, como suplicas plagadas de triste sentimiento, de miedo, buscando consuelo, buscando un aliento.

Pero me temo que de vez en cuando las razones me vuelven sorda, y suenan más los lamentos nocturnos de la calle, que me grita abrumada que de cualquiera puede ser mi carne y que en un abrir y cerrar de ojos puedo perder el aliento.

Entonces la noche se vuelve más larga y son tremendas las horas que se pasean por mi cama, ahuyentándome el sueño sereno que tanto pretendo. Entonces me vuelvo vigilante de mis credos y recuerdo que en este mundo puedo ser y no ser nadie.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Desprendimiento

Ser humano se me ha vuelto una lata, un decir, una regla que deseo romper. Voy a pensar qué quiero ser, con quién quiero amanecer y el color que me pintaré. Un negro estaría bien, un negro abismal en el centro de mi palpitar, como un hoyo en el infinito, con la gravedad de mi aliada, para atraer de las cosas banales que se me crucen y padecer aquellas que se atrevan a romper mi esquema.

Pero antes seré un bebé de la nada, y reiré en vez de llorar, cantaré por las noches de luna llena y no seré loba de ninguna pradera. Pondré mis manos al fuego para ver subir humo al cielo y convertir mi lenguaje en una señal desde lejos, para que el viento suene y lleve entre sus arrebatos un mensaje secreto.

No quiero Intestinos en mi cuerpo, no quiero hambre ni nada indigesto, quiero comer aire para ser globo de helio, que se eleve al cielo por la noche y explote en el universo, dejando la luz por doquier y luego ser un crepúsculo del amanecer.

Es que ya no quiero vomitar tristezas, ya solo quiero dejarlas pasar como agua en aceite, que se deslicen en la nada y yo pueda ser libre de toda culpa, de toda mala racha, de toda sensación que me provoque lastima.

Pero de todo dejaré de ser humano, pero me quedaré con un ojo en la mitad, para así mirarme en el claro del agua cada vez que me arrepiente de mi estado anormal.

lunes, 7 de septiembre de 2009

Delirio de un Inmortal

Camino bajo el claro de Luna que no me deja, como fantasma oscuro se enreda, entre el tiempo que llevo en mi soledad y las cenefas que va dejando mis pensamientos en este paseo nocturno.

Soy un cielo sin nubes ambulante, con la serenidad del infinito y la posibilidad de caer más ligero a un deseo irremediablemente humano, un profundo anhelo de ser mortal.

Pienso en ella durante mi caminata y se va tornando difícil una cuesta, porque tengo el peso de mi culpa rondando, de ese deseo que se convierte en un pecado, que al final de la vida me hará pedazos, porque ella se irá y yo tendré que quedarme cumpliendo mi destino.

Qué culpa tengo yo de amarla con ese delirio, con ese fuego abrazador que está convirtiendo en cenizas a mi corazón. y voy soplando por doquier mi ambulante sensación, mi tristeza por no ser frio para congelarla de una vez.

Tengo la esperanza de que el olvido se apodere de mi ser, y que la culpa pese menos a cada paso que dé, en este tiempo que me he dado para arrancarla de mi piel, donde un día como hierba se atrevió a crecer.

Sigo el camino y la luz lunar me va abriendo el paso, sigilosa es una compañera de penas que va escuchando, y va aconsejando. Con mi tristeza en el viento se va consolando, porque es ella también una enamorada, que perdió en el intento una velada y se quedó sentada en medio de la nada, como dama que aferra su llanto al almohada.

Pero un día seré sosiego de mi propia verdad, y entenderé de cierto que a ella debo dejar, en el silencio oscuro de su realidad, mientras yo eleve el vuelo a mi eternidad, mi dulce hogar.

jueves, 3 de septiembre de 2009

yo podria ser

De todas las cosas que tu tienes quisiera ser alguna.
Tus manos son las caricias perfectas que jamas encontrare
Los labios que te adornan fueron para mi el aire de mis suspiros
con esos besos suaves de cada atardecer.

Te llevo como escapulario en mi pecho
encuentro en cada hora un pretexto para pensarte
y si el tiempo se me va lento no dejo de extrañarte
sos como reloj de arena puesto a mi conveniencia.

Te apareces como un soplo a la llama
esa que arde tan adentro de mi ser
y que se apaga cuando te veo tan lejos
como sol sin amanecer.

Entonces es cuando pienso y me convierto
en todo aquello que no puede ser
e imagino ser la mariposa que contemplabas hoy
cuando el tiempo se me hacia eterno mirándote

Yo podría ser esa mirada eterna que una vez me regalaste
un suspiro liberado después de nuestra tarde
las alas de tus sueños por cumplir
y el beso secreto detrás de los demás.

Pero eres tu quien decidió salir sin avisar
de este corazón que te albergaba con fidelidad
que mis venas se alimentaba
de la sangre de tu corazón que me hacia vivir de verdad.

viernes, 31 de julio de 2009

Jugando a ser

Una ventana sin vidrios, con un hombre por detrás decifrando su destino y apostándole a la soledad el unico valor que le queda... la esperanza.

Tengo ratos de volar frente a él y queriendolo sin ser mi amado, lo veo tan llenó de afuera pero tan vacío por dentro, con los dolores frecuentes del adiós sin avisar.

Quiero ser su aire y no me respira, quiero ser su olor y no me transpira y soy yo como lo invisible para sus ojos cuando yo soy lo necesario en su vida.

Temo que el vidrio no esté por algun motivo, temo verlo volar sin alas, temo por su vida. Y yo qué puedo hacer desde mi impotencia, si he intentado decirle que estoy acá desde que se fue ella, desde que el sol se ocultó y volvió a salir.

Pero es inútil mi coleteo y derramo prendas al horizonte que son hojas para su momento, y mira pasar al viento tan frío y dispuesto a someterlo con el castigo del perfume, de aquella que le ha mandado un mensaje sin querer.

Comienza a llorar y su llanto sálpica por el recuadro donde se había pintado y las lágrimas bajan por aquel edificio vacío y yo intento rescatarlas y se me escapan de las alas el agua de sus ojos.

No soporto el dolor de este hombre, debería de saber de la inmortalidad y creer que no muere el amor si no el deseo, y lo veo tan débil como pétalo en invierno y se viene abajo su tronco y se muere en el piso su cuerpo.

Y me doy vuelta para llamar al cielo y de pronto una ráfaga me quita el suspiro y veo como el cuerpo atormentado se deja seducir por el suicidio y las lagrimas se desploman por el recorrido y un último latido hace parada en el cemento. Ahora él si me ve y se da cuenta que me perdió, me apostó y se dejó ganar.

La soledad entonces ahora me mira desde la misma ventana, y entre un beso que me manda me dice: Jugamos otra vez?...

sábado, 18 de julio de 2009

Él, ya no dibuja

‘’mañana voy a terminar este atardecer de hoy, mañana será’’.

Y no llega el final, se quedó el sol a media cuesta y mis ojos extrañan el lienzo saltar de la acuarela al altar, del que tanta gala hacía él cuando la tarde lo encontraba retratándola en ese lugar.

Se fue un Diciembre y no me avisó de su largo viaje. Se fue y solo me dejó en el aire un beso que sabía a tristeza. Yo miro ahora el cuadro sin acabar, y comprendo que dibujado entre el sol y el final, un camino que decía: ‘’pronto…el más allá’’.

El duelo aún atraviesa mi cuerpo y en las fechas expuestas por el tiempo, elevo un tremendo suspiro al eterno, repitiendo desde mis adentros: “acá te espera tu pintura y tu obra de arte”. Llueve entonces en mis ojos y encuentro un vacío en la respuesta.

Miro el cuadro y quisiera arrogarlo al delirio, dibujarlo y dibujarme antes de tu martirio, ser yo su ángel y no él, el mío. Quisiera ser máquina del tiempo y ubicarme en esa fecha, ser yo escudo en su pecho y casco en su cabeza.

Quizás ser viento y arrojarlo tan lejos como pudiera, esconderlo del destino y sacarle después de la tormenta. Alejarnos del entierro y ser vida en cada playa, del cual él y yo disfrutábamos al sol atravesarnos el alma.

Y yo no aprendí a dibujar, a dibujar el final de su entierro.

martes, 14 de julio de 2009

Veleros nocturnos

Qué son estos que navegan despacio, dejando por en el camino que llevan, estela fugaz de algun marino, que no vio amanecer más. Y te cuento en secreto que así viajo yo por tu cuerpo, divagando en cuanta marea me arrastra, hasta el centro de mi aliento.

Mientras la luna va acariciando impaciente el viaje, los veleros marchan ciegos hasta la orilla, en donde esperaran el anuncio del alba, cuando deban zarpar y asi estrecharse mientras, en el hondo silencio de la medianoche en donde las luciernagas brillan más.

Veleros son mis manos entonces, que no encuentran sereno en la piel más exquisita que es su cuerpo, y mientras busco donde posarme, voy probando, tremenda, cada movimiento lento de su respiración absoluta.

Suena entonces la campana de la manana, y con ella un sol anejo se asoma, inventando mil excusas para no salir, y dejar que aquellos amantes feroces se desenvuelvan otra vez, y comiencen a desfallecer.

Entonces los motores se encienden, y despacio los veleros se van moviendo, otra vez a la inmensidad, donde encontraran de secretos a voces , la locura y quizás algo más. Por mi parte yo vuelvo a ser mortal y dejo de ser navegante de tu cuerpo. Por tu parte vuelves a ser cuerpo, y dejaste de ser, por unos instantes, el mar donde yo navego.

jueves, 18 de junio de 2009

Serenata

Ella se cortaba las venas, mientras afuera, en el mundo, las guitarras y la voz sonaban. ‘’amor mío, aquí estoy’’ decía la letra a todo pulmón, pero ella seguía rasgando su tejido y ansiosa, veía brotar su sangre de princesa alucinada.

Y el silencio inundó la habitación, y como una pluma, lentamente, iba cayendo ella, viendo en sus sueños los días maravillosos de su existencia. Una luz más fuerte que el sol la cegó y de repente empezó a llorar, sabía que era la luz de la despedida.

Las guitarras sonaban más fuertes, más rápidas, la voz gritaba desesperada porque no había respuesta, porque la ventana no se abría. No se abrió. Ella yacía en el suelo como pétalo de amapola que nada en un río de muerte. Ella no escucharía más la serenata.

domingo, 19 de abril de 2009

Faroles en su calle... noches de arte

Se encendía la luna. Y no era más el cielo oscuro. Se dormían las almas. Se postraba el silencio nocturno. Ella, con ropa de dormir, se asomaba al balcón de oro, a tender sus penas y verlas escurrir al abismo que se formaba desde su cuarto al suelo. Lagrima tas lagrima saltaban gimiendo y dejando atrás la tristeza de la mujer. Suicidio silencioso.

Un largo velo de tristezas le cubría el cabello, que alguna vez se descuidó en las manos del amor, cuando por fin dejaba de ser virgen y se elevaba a los ocultos placeres del corazón. Por amor al pasado, el cabello se congeló, manteniendo el perfume de aquellas manos que le rozaron con pasión.

Nada de eso era presente ya. Un lamento se empeñaba en habitar en su corazón de nieve. Y por las noches la agonía no aguantaba tantos recuerdos, que una vez vivieron en esa misma oscuridad, incluso, en esa misma habitación.

Pero desde la esquina desierta, donde por las mañanas se vendía la vida, estaba el pintor. Noche tras noche contemplaba la majestuosa tristeza de aquella musa, que sin saberlo, era su inspiración. La noche ahora era cómplice de otro romance.

Solo un par de faroles se deleitaban del éxtasis artístico del hombre y de la magia que envolvía a la mujer. No había tiempo, no había sueno, no había noche que él faltara a la cita secreta de los cuerpos. No había día en que ella no se asomara al balcón a fumarse la soledad.

Y antes de cumplirse la obra, antes de empacarse el cuadro y enviárselo a la modelo, los faroles se tiñeron de sangre. Una noche que no era la del pintor, la envidia se convirtió en sombras y cuando culminaba el último trazo amarrillo, el odio le robó el arte.

Luchó contra la corriente y trató de salvar su empeño, mas la maldad se sacó el viejo amuleto y con tres disparos asesinó al sediento. Un nuevo trazó se dibujó en la calle con el vivo color de la sangre. Tristes e impotentes los faroles, velaron el cuerpo de aquel desconocido que murió por amor al arte.

La musa se asustó del ruido mortal y juró no asomarse al balcón a tender sus penas más. Murió el arte, murió la tristeza.

sábado, 18 de abril de 2009

Guardianes de cuatro

Me senté sin lápiz y papel. Escribí una oración y me gustó, pero no me llenó. Mi vieja amiga peluda se acercó, y contempló las lágrimas invisibles que bajaban por mis pómulos requemados. Se echó a mis pies y murmuró algo.

El otro peludo en cambio, corría y ahuyentaba los gritos de la calle, que no me dejaban pensar.
Quise escribir para alguien y una centella me golpeó el pecho, haciéndome olvidar con qué inicial empezaba su delicado nombre. Dejé a un lado la intención. Intenté comenzar con pétalos de otra flor y otra centella me recordó de un adiós.

Un cigarro se moría esperando mis labios, el humo se entremetía entre las ganas de escribir y a veces me molestaba su insistencia. Abandoné el vicio. Me dediqué a pensar; cuántas cosas de que escribir y ninguna se dejaba seducir.

Llamé al recuerdo y escudriñé entre los versos que guardé alguna vez, escritos que nacieron para nadie en un ambiente calmado y de felicidad. No son más que cenizas, sin querer quemé esa poesía, intentando ponerle nombre a mí arte.

Seguí sentada, alborotada y ansiosa, muda por no intentar, por no poder, por no querer escribir. Pero algo ardía tan natural en mi corazón de poeta, en mis manos de hacedora, pero nada se dejaba tocar, ni si quiera los pensamientos arrojados al cenicero.

Una caricia me rozó mi pie inquieto y sus ojos débiles por la edad me contaron historias que guardé en su baúl, aquella pequeña vio tantas veces mi cuerpo herido, y sin palabras al viento curó mis noches de desvelo con su compañía, con su fiel compañía.

Le brindé una sonrisa y le pedí no me olvidara, cuando yo viaje por el camino celeste, que sea ella quien me indique donde estará mi final.
Otra caricia cayó en mi rodilla, el peludo mayor me guiñaba el ojo contento, tendría hambre, tendría sed, quería salir, no lo sé, solo entendía que entre su razón desrazonable, comprendía el estado melancólico en el que me perdía ya.

Y en este vacía casa ellos me guardan hoy, ellos me piden les hable del amor, de la desilusión, de la razón, ellos que a veces mueven sus colas sin saber el porqué solo con la intensión de serenar los momentos tristes que a veces aparecen en mi vivir.

De repente miré mi escrito, y no había más que pensar, había llenado mi necesidad de una presencia inadvertida, pero que siempre ha estado ahí, dos juguetones que sin hablar, calman mi tempestad.

lunes, 23 de marzo de 2009

En un ratico

Hace cuántos minutos que no te veo.

Hace cuánto no te escribo inconsciente, palpitándome en el corazón, sobrevolándome en los pensamientos como mariposa inquieta en un jardín nuevo.

No te escribo por no saber qué. Sencillamente no lo hago para no extrañarte, para no olerte en las palabras que finamente te describen desde mí ser.

Los arrebatos son constantes, y las ansias por volar hasta tu nido se posan con fuerza en mi cuerpo, en mi cabeza, en mi boca. Pero lo único que se atreve a buscarte es mi mirar, que solitario y callado se escapa de la multitud para observarte entre los lugares donde jamás estarás.

Y de repente caigo en la cuenta de que no volverás, que extrañamente te escapaste de este cuarto oscuro que te invitaba a pasar. Dejaste los rastros de tu cabello sin peinar, y te fuiste con el aroma de mi cuerpo acabado de destilar.

Le cuesta al cuerpo negarse a estar sin ti, porque aunque pocos los momentos, se acostumbró a tu dilema, a tu antorcha táctil que iba prendiendo fuego a mi carne viva. Tan poco te bastó para encender esta fogata.

Y hoy levemente cruzaste mi mente, y he intentado alejar estas desesperantes ansias por ti. Pero terminé robándole una página a tu ya cerrado capitulo y plasmé sentimientos que aparecieron con tu nombre por delante, intentado desahogar la falta que le haces a mis versos.

En un ratico me volviste a atrapar, y heme aquí, enojada con mi vivir, por tan cobarde ser y llenar esta hoja con mi sed, bebiendo de recuerdos que son ya una copa rota.

Pongo a prueba, entonces, mis promesas silenciosas de no volver a ti, pero no basta el tiempo, ahora es que empiezo a comprenderte.

sábado, 21 de marzo de 2009

El castigo

La lana de la oveja ya no es negra, la lana de la oveja ya no es blanca, ahora se ha convertido en un multicolor sueter.

Y lo pienso con cuidado, tratando de no lastimarme, porque las palabras no llegan y me cuesta entenderlo. Y un joven verso se asoma por este suelo, donde las hojas yacen en la crueldad del desprecio por no ser dignas de leerse.

Cuento cuentos sordos que de nada sirven ya, canto melodías sin guitarra esperando no suenen más, y a aparece una ansia loca por gritar en vez de recitar. Su nombre no es el mio.

Saboreo, por si acaso, el dolor embriagado que busca en esta sublime necesidad desvanecerse de una vez y ya no pensar, no regresar.

Pobre oveja que no se dejó ser, pobre lana que terminó en mi piel, cubriendome ahora de este frio ingrato que me arrebata el arte y solo me presume su elegancia, maldita ignorancia.

Llevo horas tratando de formar los versos más exactos para el alma, y solo me encuentro con frases vagas que arrastran pedazos de sentimiento sufrido.

Y lo que quiero es dibujar con locura el rostro de Odín, para que me bese la frente y regresen a mi, todas aquellas palabras que descubrí a lo largo de mi viaje por esta fase.

No, solo me cubro inutilmente de la frialdad del clima, y de vez en cuando se ilumina la nada, arrojando con burla frases mal hechas para desconponer. Sufro por esto, sí que sufro.

Ni el silencio ha sido tan estridente esta vez, porque no ha querido ser parte de esta maldición arrojada por los dioses, castigandome por ser tan inutil y no escribir para contemplar, si no para desahogar las tristezas pasajeras que ardían en mi pecho.

Pero ahora pago mi condena, siendo muda ante tanta belleza, impotente de escribir una carta en el viento y de navegar en el mar con bandeara blanca, dispuesta a pescar todas aquellas palabras que nazcan del fondo de la saciedad.

Cuánto tiempo durará este castigo parcial, que ha apagado las luces de mi arte manjar.

miércoles, 18 de marzo de 2009

Silencio


Se cansó de hablar, terminó por asesinar las palabras vanas que volaban libres de boca a boca. No suena más la canción de esta historia, aquella que vibraba en su verde corazón. Un olor a canela se despide en la habitación queriendo sustituir la mala racha del autor, que desconsolado mudo se quedó.

Tartamudas quieren dar a luz algunas frase, que se quedan inconclusas con los puntos suspensivos de anfitriones, palabras que ya no dicen más, porque si no se escuchan no pueden hablar.

Se quitó el sabio refrán del corazón, uno que solo se inventó por fanatismo a esta vida que no se terminó de vivir. Callado se limpia las lágrimas que han probado el vacío papel, la carta que no concluyó. Y termina por volver a su rutina, a leer en los ojos de los demás las benditas palabras que ya no puede pronunciar.

Insatisfecho está, queriendo encontrar de nuevo las razones para pintar, y que el cielo solo sea un contemplador de la magia del autor. Ya no hay musas, ya no hay más.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Brindis

Brindaron nuestros ojos, y la chispa del cristal iluminó los timidos pensamientos que se cruzaban ya, en las mentes sensatas de los aún cuerpos solos. Brindaron nuestros labios, cuando hechizados, decidieron unirse en un interminable movimiento perpetuo de caricias constantes, donde los labios, nunca cansados, dibujaron formas diversas de amar.

Brindaron también los cuerpos ardientes en vino, que se desbordaba por las locas venas que casi explotaban, tinendo con su rojo puro las sábanas que ahora podían percibir el olor del éxtasis, emanado de las almas sollozantes que ahora pedían a gritos la locura les llegara.

Brindó tu cabello con mi piel, cuando suave, rozaba los músculos entrometidos de mi rostro, que no expresaba más que lo que el momento le regalaba, un gesto que se calcó en la finura de tus negros cabellos que no dejaban de presenciar la ternura incontrolable.

Brindó mi espejo celestial con tu pecho, y en él, se quizo tatuar mi cuerpo, usando las gotas del sudor caliente, para rodear bajo tu corazón, el nombre de esta doncella que no paraba de suspirar, y el viento testigo sonador, trataba de apartar el olor de la conciencia, para atreverse a entrar donde el descuido lo permitiera.

Fue tu boca la santa inquisición de mi besos, una tortura practicada en lo terrenal, pero invocada en lo celestial. Y se dibujaron mapas en las alas de nuestros suenos, senalando los lugares de la provocación, ubicando las lagunas de agua dulce que se banaron ahora del vino candente de nuestras pasiones.

Volvimos a brindar, ahora eran nuestros monumentos personales los que no paraban de presenciar, tendidos en los jardines de este paraiso que invitamos a entrar entre cuatro paredes que nada tenían que envidiar.

Brindaron nuestros corazones ese día del mar, cuando las olas rompieron en deseos y celos cuando ni una copa se quebró y el brindis no acabó; ahora otro vino se beberá.

A golpes de pecho

A golpes limpios pero dolorosos, me fui creando esta conciencia por no quererte, por buscar en la espersura de las almas, alguna que si consiguiera quererme, porque tu lejano estabas ya. A puros golpes recogi las algas que tiraste como falsas esperanzas, que no causaron más que la ilusión quebrantable de un regreso sin futuro.

Y bastón del tiempo que me ayudó, a levantar mis pies para emprender el nuevo camino, lastimada pero no derrotada, asumiendo en lo desconocido, la libertad buscada, el paraiso en la tormenta. Cuántas veces me vio caer el senor sol, esperando en el calor tu regreso.

A golpes de pecho te fui sacando de este viviente terreno, que no hizo más que albergar tu cuerpo, tu espiritu, tu escencia, y dejaste pintado los derechos pero no cumplistes mis suenos, no esperaba más.

Pero callemonos un momento, y disfrutemos de este efimero silencio, que fugaz enloquece los benditos momentos, en donde apareces para pronunciarte como en un secreto, pero que a la vez, causas que las heridas revalsen en ardiente sangre.

Mejor seguir hablando, diciendo en estas tontas frases cortas, que el olvido también me ayudó, y se levantó junto a mi, con el bastón del viento y las ideas reventadas por olvidarte, y es que en esos momentos tu ya jurabas con otros sonetos.

Tumba de cristal, que no dibuja más que la misma mitad, de este negro corazón que de luto ya no está, pero que no puede jurar olvidarte más allá, porque los momentos fueron nuestros, pero no para la eternidad. Un golpe más y esto acabará.

martes, 10 de marzo de 2009

El lucero de anoche

Y pegado a mi ventana se quedó, desafiando el brillo de la mañana y esperando con paciencia la nocturnidad. El montón de estrellitas que se dibujaban, reclamando que las mirara, aun en la lejanía de mis sentidos.

Las divisé juguetonas, queriendo ser una luna, juntándose para imitar su majestuosidad, pero siendo consientes que la reina es otra. Las contemplé, aun con los sentimientos hechos añicos, jurando que el amor no es más.

Volvieron del consuelo, sabiendo que eran mi soledad, sintiéndose dueñas de mi temperamento y queriendo acabar con la frialdad. ‘’una acuariana jamás debe negar sus sentimientos’’ decían.
Mientras en mi músculo sensato, el cambio no llegaba, el amor seguía constante, entregado y huraño a decir adiós. Pero había que abandonar las ideas pecaminosas de la esperanza, que brutalmente había sido abandonada.


Esperaba a la aurora, pero tenía frío, se quedó dormida esperando el cálido anochecer y este solo le entrego un rato helado, temeroso y cruel. ¿Y yo qué?, ¿No me cantarás?. Y revoloteaba el lucero, gritando que ahí estaba, para contemplarme cada noche, porque desde ayer se enamoró de mi consuelo.

¡Hay lucero!, cuéntame tu qué errores son imperdonables, dame la lista lejana de la equivocación y respóndeme tu las preguntas del corazón, que en este estado no para de llorar. ‘’Una acuariana jamás debe negar sus sentimientos’’, repetían.

Y echo de menos la nostalgia, la paciencia encarnada en una llamada, el olor de la virtud, el abrazo coronado de sus brazos.
Contemplaba ahora celoso mis palabras, versos elevados a la mar, que al otro lado del mundo hacia ruido incrédulo, tratando de no escuchar, de no dejarse seducir por lo que una vez creyó. Verdad había en mis palabras señora mar.


Lucero llanero, combatiente que venció la mañana, canta conmigo la canción que guardo en el baúl de mis escritos, enséname a encontrar el final, porque mis ojos siguen ciegos ante esta verdad, pero el corazón ya no aguanta más.

Pero esta noche quiero dormir, dame una sábana llena de ternura y arrúllame aun en mi sollozo, no permitas que la mañana me encuentre desafiante e irritada. Bríndame esta noche para olvidar, tal vez así no quiero despertar.

‘’Una acuariana jamás debe negar sus sentimientos…’’

viernes, 13 de febrero de 2009

verbos o acciones?

amar, soltar, tratar, animar, leer, absorver, comprender, restaurar, alcanzar, vivir, sonreir, soñar, enseñar, estrechar, extrañar, aliviar, cerrar, perder, aprender, morir, atrever, emborrachar, pensar, ligar, amarrar, cortar, emprender, elevar, saborear, atrever, volar, invitar, imprimir, colocar, atraer, ilusiionar, sincerar, querer, odiar, comprender, empezar, llorar, ganar, entretener, tirar,quitar, tomar, aburrir, timbrar.

Calcular, holgazanear, quitar, llover, cerrar, abrir, mentir, preparar, entender, mirar, esperar, latir, culpar, analizar, imaginar, beber, atrever, congelar, unir, vomitar, olvidar.

No siento, no espero, solo escribo y me quejo, porque todo y nada es lo que debo.

lunes, 9 de febrero de 2009

"tengo hambre"

Hincado, con el cuerpo semi desnudo, tostado por los violetas, su cabello, sin conocer más que el agua del cielo, y sus manos, haciendo el bendito, rogando los cinco centavos de la mañana. Sus piernas tocan el ardiente cemento del mediodía; su boca, reseca, clamaba, sus ojos ya no veian nada, más que una leve sonrisa de lástima.

El humo del tráfico lo abrazaba, tratando de consolarlo, no había respuesta, no había nada. Pero seguí ahí, a pesar del movimiento vehicular, desafiando el peso, valiéndose por la necesidad. Mas no el hambre no fue productiva, se quedó ahi, sentado en la cuneta, esperando el nuevo rojo del semáforo para rogar, para gritar. "tengo hambre".

Y ahora es que entiendo, qué falta hace rogar por un pan, cuando los trigales nacen en la libertad, qué necesidad hay de pedir agua, cuando los ríos fluyen de la gratitud. Qué has hecho señor global, qué he hecho yo.

qué hago para evitarlo, qué haces tú.

lunes, 2 de febrero de 2009

........


YO:
Fantasma que rondas cuando te enciendo, formando las más siniestras y hermosas figuras que me puedo imaginar. Te metes en mi cuerpo obligado por mi necesidad, pero luego sales renovado, robándome el poco de vida que me das. Seduces al viento, que se detiene a acariciarte, coqueteándole con esos morbosos movimientos. Acaricias mi nariz, que a veces te rechaza con tal enojo, y que a veces te busca desesperada en los rincones de la sala.
Pero qué eres tú, que en cada ‘’jalón’’ resucitas, te llenas de mi vida y te vas, llevándote asi las historias, los suspiros y la melancolía que te hizo venir.


Fantasma:
Jamás me he robado tu vida sin tu consentimiento, es más, un amigo soy; te he acompañado en cada momento, y tú, me has dejado ir sin llamar. A veces ni has sentido cuando recorro tu cuerpo y me lleno de él, acariciando cada membrana de tu ser, haciéndote el amor, rogándote me dejes ahí, donde el calor corporal es más hermoso que el soplo de la libertad.

domingo, 18 de enero de 2009

falta...

No todas las luchas son ganadas, no todas las luchas ganadas son los grandes triunfos, allá, desde lo lejos de los deseos, el grito está por salir. Un grito que cambiará, unas almas que harán justicia, una batalla final.
Un pueblo clamará, y el susto solo es eso, un susto, pero no una realidad, algo está por llegar, lo que tanto esperaban, las ardientes manos marcar. Una vez más, la lucha está por empezar, nada está ganado, nada está perdido.