martes, 10 de marzo de 2009

El lucero de anoche

Y pegado a mi ventana se quedó, desafiando el brillo de la mañana y esperando con paciencia la nocturnidad. El montón de estrellitas que se dibujaban, reclamando que las mirara, aun en la lejanía de mis sentidos.

Las divisé juguetonas, queriendo ser una luna, juntándose para imitar su majestuosidad, pero siendo consientes que la reina es otra. Las contemplé, aun con los sentimientos hechos añicos, jurando que el amor no es más.

Volvieron del consuelo, sabiendo que eran mi soledad, sintiéndose dueñas de mi temperamento y queriendo acabar con la frialdad. ‘’una acuariana jamás debe negar sus sentimientos’’ decían.
Mientras en mi músculo sensato, el cambio no llegaba, el amor seguía constante, entregado y huraño a decir adiós. Pero había que abandonar las ideas pecaminosas de la esperanza, que brutalmente había sido abandonada.


Esperaba a la aurora, pero tenía frío, se quedó dormida esperando el cálido anochecer y este solo le entrego un rato helado, temeroso y cruel. ¿Y yo qué?, ¿No me cantarás?. Y revoloteaba el lucero, gritando que ahí estaba, para contemplarme cada noche, porque desde ayer se enamoró de mi consuelo.

¡Hay lucero!, cuéntame tu qué errores son imperdonables, dame la lista lejana de la equivocación y respóndeme tu las preguntas del corazón, que en este estado no para de llorar. ‘’Una acuariana jamás debe negar sus sentimientos’’, repetían.

Y echo de menos la nostalgia, la paciencia encarnada en una llamada, el olor de la virtud, el abrazo coronado de sus brazos.
Contemplaba ahora celoso mis palabras, versos elevados a la mar, que al otro lado del mundo hacia ruido incrédulo, tratando de no escuchar, de no dejarse seducir por lo que una vez creyó. Verdad había en mis palabras señora mar.


Lucero llanero, combatiente que venció la mañana, canta conmigo la canción que guardo en el baúl de mis escritos, enséname a encontrar el final, porque mis ojos siguen ciegos ante esta verdad, pero el corazón ya no aguanta más.

Pero esta noche quiero dormir, dame una sábana llena de ternura y arrúllame aun en mi sollozo, no permitas que la mañana me encuentre desafiante e irritada. Bríndame esta noche para olvidar, tal vez así no quiero despertar.

‘’Una acuariana jamás debe negar sus sentimientos…’’

1 comentario:

Anónimo dijo...

Desperté tiritando, aunque ya me arropaba el amanecer y el lucero se había marchado dejándome el arrullo del mar como despedida...ella tampoco estaba.