viernes, 28 de noviembre de 2008

Cascada de ternura



Bajo el asomado sol de mi necesidad, y entre las cálidas brisas de este verano, me aquieto la angustia en estas aguas benditas del silencio. Un acantilado de pureza que desvanece cualquier prejuicio inquietante de mi alma.

Un sabor helado que regenera mis sentidos y me hace vivir en la pureza, en la naturaleza. Un río de nostalgia que canta a la mañana y limpia las impurezas de la vida. Un momento a solas con la frescura de su fuerza.

Una cascada de amor, de ternura que baña el cuerpo y lo convierte en propio, una gota más en el universo bendito de la cristalinidad. Una agua sabrosa que cura las heridas del cuerpo azotado por el dolor y sufrido por la vida.

Aguas mansas , que con vigor recorren el mundo para detenerse a contemplar los labios que las saborean, disfrutando cada sorbo de la humanidad y viajando por el organismo hasta llegar a las entrañas y despertar la libertad escondida, que tímida, espera el motor que le aliente la salida.
Mientras una lluvia serena se une al caudal de la vida, para yacer en la cascada de ternura, el corazón del mar y así ser parte de este viaje hacia el manantial de mi existencia.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Lo que quiere Ana

Ana ya no quiere llorar. Sus ojos están cansados de tanto mirar, la misma rutina, la misma sociedad. Ella quiere nadar en el mar, y llegar allá donde duerme el sol cuando todos se van.


Ana ya no quiere hablar, solo quiere escuchar las palabras del júbilo y la predica de sus amores, subir a la montaña del descanso y sentir la grama bajo sus pies. Quiere jugar con las coquetas nubes que esperan impacientes su llegada.


Ella mira al horizonte, sabe que ahi está el lugar, ese mágico sitio del que un día se desprendió su alma y voló hasta aquí, para comenzar, para comenzar. Atenta escucha el sonido del amor y recuerda esa primera vez, cuando tocó su corazón.


Ana solo quiere ser libre, vestir un largo vestido de flores que perfumen la piel apergaminada de su vida. Ella solo quiere soñar.


Y con un beso tímido se despide de la noche, unico tiempo en el que sus sueños son verdad, sus suspiros son liberados y la magia de su encanto la pinta de azul, como el cielo, como el mar.


Ana, mí Ana, serás la caracola de mi soledad, cuando en aquellos días tu presencia sea más necesaria, tus palabras ya no vibren en mis sordos oidos y que tus miradas de consuelo solo sean fugaces recuerdos. Todavía permanece junto a mi. aún falta que me veas crecer, aún me falta regalarte una vida más.

Con angustia escribí


¿Hace cuánto no sentía este temor que arruga mi corazón? ¿Hace cuánto no sentía que los nervios se comían mi estómago?

Hoy lo he sentido, ese sentimiento que alberga una angustia pasiva, que va matando cada esperanza y arrojando crueles verdades. Un pensamiento que fluye en todo el cuerpo y lo va debilitando, haciéndolo más frágil al dolor.

Tanto tiempo sin temer al error, dejándome llevar por los locos impulsos del amor, he cometido el santo pecado de la revelación. Una verdad que brotará en los ojos de quien lea lo escrito, imagine lo pensado, intuya lo sabido.

Desespera esta incertidumbre que asecha contra mis sentimientos, volviéndolos unos mercenarios del amor, que acuchillan cuantas falsas ilusiones se dibujaron en la página blanca de tu historia, mi historia.

Llorar no es una solución, temer a ser rechazada es la cuestión. Y de repente nace una mínima esperanza, una vaga idea de realismo, que solo me lleva de nuevo a la tremenda inquietud de los pensamientos, de sus pensamientos.

Alma, cesa de llorar, que el miedo no sea más fuerte que la pregunta, y la respuesta solo sea eso, una simple respuest

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Otro para ti

Con una mirada cierras el universo, mandas a las estrellas a un escondite y te quedas iluminando el espacio. Llueves en los días más tristes y haces ruido con el viento de tu corazón por las noches.

La fragancia del cielo perfuma tu cuerpo y llevas en las manos la suavidad de las nubes. Con el fuego de tus palabras quemas mi corazón y lo conviertes en un ave fénix que resucita con un solo suspiro dedicado a ti.

Tus ojos aletean todas las letras de ese libro inmenso de la lealtad a la literatura, esas historias mágicas que te comes a grandes minutos en la soledad de tu dulzura. Como un lirio que nace en la pradera.

Tus pensamientos flotan en la burbuja que te acoge, donde nadie, a menos que tu lo desees, puede pasar. Una burbuja celestial que alberga los secretos más codiciados de tu alma, de tu cuerpo, de tu verdad.

Un silencio alborota tus ganas, y en una sonrisa elevas los pensamientos banales que han invadido tu cuerpo, dejando a un lado la serenidad y enloqueciendo por un par de segundos. Qué segundos.

Qué frágiles somos los mortales, que al ver una imagen como la tuya caemos en la tentación más infinita, más codiciada y llorada. Como un pájaro que se ahoga en la arena del desierto, como la rosa del principito que sufrió en la ausencia, así se amarga mi existencia al saber que no serás para mí.

Tu vuelas en el cielo de lo mágico y caminas en la tierra de los otros. Suspiras por las noches, pero nada lleva mi nombre, nada de lo hermoso es para mí. Que sí un día tus labios rozan mi inocencia, sería el día que pierda mi alma y te entregue mis sueños. Para siempre.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Este es el último tiempo

Dormida como el sol por la noche y la luna por el día. Queriendo ser acariciada por la esencia del amor y la dulzura del tacto. Llorandole al silencio porque ya no hay nada que hacer. Y mirando por la ventana de la verdad, donde lo único que hay es un seco adiós.



Un amor que nació de la traición y creció en el resentimiento de las almas. Una noche que no duró más que la puesta del sol. Una canción que no se volverá a escuchar por este barrio. Pero este es el último tiempo, donde el adiós es la bienvenida.



Las noches ya no serán oscuras, el frío ya no congelará y las miradas han muerto. Un universo que gira como tu quieres, al revés y sin gravedad. No pesa el miedo, no pesa la soledad ni la tristeza, flota en el aire la esperanza que se deja llevar hacia el olvido de tu olor.

Y desde mi ventana veo el universo derrumbarse, y se aleja de mi la alegría por existir, por reir y amar. Un momento más y este será el último tiempo. Estoy muriendo con la mirada en dirección al norte, lugar del que te enamoraste.

Pasa ligero este sentimiento y por dentro se desangra la ilusión, la paciencia. Ya no hay gravedad en este universo. No pesa el miedo, la tristeza y la soledad. Y en el firmamento la luna baja a enamorar al mar, que desconsolado se hunde entre las arenas que una vez amó.

Mientras el humo del consuelo sube y ensucia al silencio y la reflexión. No hay más que hacer, ya la razón falleció. Pronto llegará ese último momento que esperamos y que jamás pensé recibir sin ti... y por ti.

Perico

Y el cielo tan azul como el mar. El viento jugando con las risueñas nubes envueltas en algodón, dejándote seducir para la suave caricia del universo. Los árboles, eternos ancestros dueños del mundo, de la paz y la libertad, que albergan infinidad de hogares, de amores, de vida.

A lo lejos una estrella se asoma, sin luz, con sueño, pero curiosa del mundo. También a lo lejos vuela la libertad, la hermandad, el sueño. Una ráfaga de aleteos desafían la inmensidad, y cruzan sin miedo el hondo firmamento. Un momento único.

Verde perico que juegas con la luz de sol, que vuelas en las alturas de tu inocencia, de tu vida. Una mirada al paisaje y pasas adornando la rutina del cielo, que contempla tu viaje hacia la eternidad. Tu color es degustado por los rayos del sol que atraviesan tu rapidez, y se escabullen entre las plumas que acarician tu cuerpo.

Con una ardua labor se cierran tus ojos, y buscas en el atardecer el descanso. Por allá está tu árbol, tu mansión, tu hogar. Y la noche empieza a abrir sus ojos, y ya no hay una tímida estrella, ahora son miles que velaran tu sueño, tu descanso.

Mañana el amanecer azotará tu plumaje y volverás a ser el verde perico que juega con la luz del sol.