jueves, 27 de noviembre de 2008

Con angustia escribí


¿Hace cuánto no sentía este temor que arruga mi corazón? ¿Hace cuánto no sentía que los nervios se comían mi estómago?

Hoy lo he sentido, ese sentimiento que alberga una angustia pasiva, que va matando cada esperanza y arrojando crueles verdades. Un pensamiento que fluye en todo el cuerpo y lo va debilitando, haciéndolo más frágil al dolor.

Tanto tiempo sin temer al error, dejándome llevar por los locos impulsos del amor, he cometido el santo pecado de la revelación. Una verdad que brotará en los ojos de quien lea lo escrito, imagine lo pensado, intuya lo sabido.

Desespera esta incertidumbre que asecha contra mis sentimientos, volviéndolos unos mercenarios del amor, que acuchillan cuantas falsas ilusiones se dibujaron en la página blanca de tu historia, mi historia.

Llorar no es una solución, temer a ser rechazada es la cuestión. Y de repente nace una mínima esperanza, una vaga idea de realismo, que solo me lleva de nuevo a la tremenda inquietud de los pensamientos, de sus pensamientos.

Alma, cesa de llorar, que el miedo no sea más fuerte que la pregunta, y la respuesta solo sea eso, una simple respuest

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