Rodeamos la manzana, nos imaginamos lo peor, salimos desesperadas tras su rastro que nunca dejó. Alguien la vio merodear por una esquina, pero nadie avisó, alguien quizás la encontró y se la llevó.
Dicen que se acostó en una esquina, a esperar su destino, del cual nosotras ya no seguiríamos siendo parte. Dicen también que la sombra la cubrió antes, con el descanso en paz que nunca quisimos. Sea como sea, la niña se perdió un 20 de diciembre, quizás entre las 7:00 y las 8:00 de la oscuridad.
Aún seguimos en su busqueda, con esperanzas y fuerzas, tal vez un día aparezcas de nuevo por donde te fuiste. Mientras tanto tu sábana estará esperándote, para abrigar de nuevo tu cuerpo ya cansado.
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